Os voy a contar una cosa, cuando alguien me hablaba de Alfredo Landa me venían dos imágenes antagónicas a la cabeza, el del policía que lo había perdido todo excepto el afán de venganza del Crack y la del pueblerino perdido en aquel servicio militar franquista de Cateto a Babor y en ambas imágenes soy capaz de perfilar a ese grandisimo actor navarro que dio nombre a todo un genero en la época de los 70, el Landismo.
Ahora veo a los jóvenes actores hablar de encasillamientos y me gustaría que Don Alfredo les sirviera de ejemplo, durante tres décadas en exclusiva consiguió hacer reír a media España, siempre en papeles cómicos a modo de payaso rojo, siendo el blanco mordaz del galán de turno... ¿Quién podía imaginar a ese bajito de pelo en pecho hacernos estremecer con su papel en los Santos Inocentes? la grandisima película de Camus en la que ese reconocible Landa nos hizo olvidar de toda su carrera cómica pasada y hacernos sentir la tragedia de la pobreza más extrema de aquella España negra. La mejor forma de destrozar cualquier encasillamiento es tener el oficio dramático de Alfredo Landa.
Hoy se nos ha marchado parte de la historia del cine español, pero para mi personalmente se me ha ido un ídolo, alguien capaz de hacerme pensar que si Don Alfredo hubiera nacido en Estados Unidos, estaría a la altura de Jack Lemmon.
Don Alfredo, estés donde estés pienso beberme un negroni a tu salud, ese cóctel que pocos conocemos en España y pocos preparamos, tu presumías de tener la mezcla perfecta y que por desgrácia jamás podré comprobar por esa ley de vida que tanta rabia me genera.
Por ti maestro
