lunes, 17 de febrero de 2014

Noche perfecta de Cine y Cena con la Jetée

 Hay días en los que los astros o los dioses, se ponen de acuerdo para proporcionar a los simples mortales unas horas de autentica felicidad, como siempre efímera, pero es quizá en la breve temporalidad de ese estado donde radica su belleza.

 La tarde se prometía fría y con viento, algo normal para el mes de enero y que personalmente agradezco el disponer de las cuatro estaciones que nos regala el año. El plan del día radicaba en subir caminando de mi casa al Cine Doré y ver en pantalla grande una de mis películas favoritas, La Jetée. Obra sublime del director Chris Marker y que todo aficionado al cine, le guste la ciencia ficción o no, debería de ver.
 Tras el visionado de tan moderna y actual película, me tomé un café solo en el ambigú del cine... uno de los mejores expressos que se pueden tomar en Madrid. Con la boca envuelta en tan grandioso néctar, dí por concluido el día y me dispuse a regresar a casa para encargarme de cosas más mundanas.
 Una leve lluvia, había dejado las calles de Madrid casi desiertas, cosa nada habitual en el centro de la capital. Una sonrisa se debió de reflejar en mi cara y enfundándome mi gorro de invierno, partí hacia el Paseo del Prado, quizá solo para comprobar que mi momento de soledad en la ciudad, era solo un espejismo... pero nada de eso, la calle que discurre desde la Plaza del Emperador Carlos V hasta la Plaza de Neptuno la recorrí casi en solitario, escuchando el chapotear de las gotas sobre mi gorro de lluvia, no os puedo narrar la belleza de aquel momento, con aquella luz y todo Madrid para mi.
 Como queriendo alargar la tarde lo máximo posible, me aventuré a comer en la que para mi es la mejor arrocería de Madrid, Marina Ventura.

   Debido al pequeño tamaño del local, no suelo ir sin reservar mesa, pero aquella noche nada podía salir mal.
 Sin problemas me sentaron en una coqueta mesa tras una biga de madera enorme, que permite al comensal agraciado con tal lugar de una intimidad casi religiosa, basta decir que de todas las zonas y mesas del Marina Ventura.... es mi favorita.
 Mientras esperaba al arroz con langosta que había pedido, me fije en la cantidad de extranjeros que poblaban el local y sin poder evitarlo me sentí orgulloso de que esa noche mucha gente foránea se iría de Madrid con la sensación de haber comido bien, cosa rara por el centro. Esta reflexión me llevó a una segunda. ¿Como diantres conocen el local? y entre pensamiento y pensamiento y escuchando las risas que afloran en los demás comensales gracias a los efectos que el Dios Baco deja en los pobre mortales que abusan un poco de su generosidad, me llegó el colofon perfecto a una noche mágica, un Arroz de Langosta para dos que iba a dar cuenta egoístamente yo solo.
 Disfrutando de cada cucharada, regándola con un gran vino blanco de la casa, fui llenando mi estomago y mi alma con aquella obra de arte, solo comparada con la película que acababa de ver hacía apenas unas horas.
 Tras beber un café solo de rigor y no pudiendo rechazar un licor de hiervas por parte de la casa, me marché del local.
 "¿ha traído paraguas caballero?"  La pregunta amable y cariñosa del camarero me hizo confesar, que adoro mojarme bajo la lluvia, siempre que sea en soledad. La respuesta le debió resultar graciosa o quizá se rió por la profesionalidad y educación que atesora el local... duda que siempre quedará pero que tiendo a pensar más en lo segundo.
 El regreso y con la lluvia arreciando, fue como el postre ideal a aquella noche mágica, quizá irrepetible y que creo merecedora de este vuestro blog.
 Como las cosas grandes no cuestan y las valiosas menos, os dejo a modo de regalo, la película completa de la Jetée. Quizá alguien después, se anime a pasear bajo la lluvia en dirección a su restaurante favorito.